miércoles, 24 de octubre de 2012

LA FORMACIÓN TIC DEL PROFESORADO: ASIGNATURA PENDIENTE


Según el Estudio Internacional sobre la Enseñanza y el Aprendizaje (Informe TALIS)* 2009, que examina aspectos importantes de la enseñanza y el aprendizaje a través de encuestas a los profesores y directores de educación secundaria obligatoria, prácticamente el 100% del profesorado declara haber participado en actividades de formación en los últimos 18 meses, con una dedicación estimada de 25 días. Entre la formación más demandada se encuentra la utilización didáctica de las tecnologías de la información y la comunicación. Esto podría considerarse suficiente, pero el 60% hubiera deseado participar en más actividades de formación.

En lo referente a las compensaciones, parece que en los países objeto de estudio, Bélgica, Noruega, Irlanda, Dinamarca, Australia, Italia, Brasil, Portugal, Polonia, Austria, México y España, las compensaciones son muy diversas. En la mayoría no existen compensaciones económicas y son pocos los que han tenido que pagar por formarse, pero un porcentaje elevado (los no mediterráneos) disfrutan de reducción horaria para asistir a la formación.

Más o menos con estos datos podemos ir colocando ciertas cosas.

Los profesores nos formamos, parece evidente, pero también parece que no nos resulta suficiente. Para esto solo se me ocurren dos causas.
  • Que hay mucho que aprender; es decir, nuestra cualificación TIC pedagógica es baja.
  • Que la formación que recibimos no es de suficiente calidad, lo que deriva en una necesidad de cubrir por cantidad nuestras carencias. De esta última, también podemos extraer una variante, quizá no nos forman para lo que necesitamos.
Variedad de oferta
Desde mi punto de vista no se puede calificar de escasa la oferta formativa a la que los profesores podemos acceder actualmente, tanto en actividades, como en modalidades formativas. Entre ellas:
  • Las ofertas de los Centros de Formación (CFIE, CEP, CPR, o cualquier otra denominación recibida).
  • Las ofertas de las Consejerías los Planes de Formación.
  • Los Sindicatos.
  • El Ministerio de Educación a través del ITE.
Entre las modalidades, también la oferta es abundante: presenciales (cursos, grupos de trabajo, proyectos de formación en centros, seminarios) o no presenciales, cursos online.

Pero, entonces, ¿Por qué si tenemos posibilidades de formación e intenciones de hacerlo no creemos estar bien formados? Analicemos la situación.

Hemos hablado de la oferta en modalidades, pero, en mi opinión hay algo que no ayuda. La  excesiva diversidad.
Cada año, quizá por un afán de buscar la originalidad en las programaciones formativas, los temas ofertados son variadísimos, tanto que un profesor puede hacer uno varios cursos cada año sin repetir ninguno. Esto no estaría mal si todos se formaran, pero no es así, para algunos realizar una actividad formativa al año es suficiente, para otros dos y así sucesivamente, por lo que no es posible homogeneizar los conocimientos ni siquiera por centro. Esto crea especialistas en diversos campos, que en muchas ocasiones, poco o nada tienen que compartir con sus compañeros.
Es necesaria una homogeneización de los aprendizajes. Me explico, es necesario establecer niveles de competencia en el profesorado. Por ejemplo, se podrían crear tres niveles de competencia TIC:
  • Básico: correo electrónico, búsquedas en la web, materiales y recursos educativos.
  • Medio: Blogs educativos, herramientas multimedia, redes sociales
  • Superior: generación de materiales, tratamiento de vídeo y sonido y publicación web.
Estos niveles deben ser evaluados al finalizar la actividad formativa para poder conseguir la cualificación.
El primer nivel, tendría un carácter obligatorio y los posteriores serían voluntarios y necesarios para asumir responsabilidades dentro del centro o incluso para estar incentivados económicamente. Es lógico pensar que un profesional debe cobrar más que otro si está más cualificado.
En este sentido, algunos centros ya han tomado la determinación de realizar sus propios Planes de Formación, contextualizados a las características propias y atendiendo a las necesidades de su profesorado, consiguiendo con esto una uniformidad en los conocimientos que les permite caminar en una misma dirección.
¿En horario laboral?
En cuanto al tiempo dedicado a la formación, también soy partidario de realizar los cursos en horario laboral. Las razones, varias; y a mi entender poderosas.
  • No se puede dejar en manos del voluntarismo algo tan importante como la formación del profesorado, las circunstancias personales, o el interés no puede finalmente condicionar el resultado de su trabajo en el aula (no lo olvidemos, trabajamos con alumnos, personas de extrema sensibilidad).
  • Otra razón, es obvia, no podemos exigir formación de calidad, si no exigimos y no podemos exigir si se hace de forma voluntaria. La formación es parte del trabajo y por lo tanto se deben exigir resultados.
  • Finalmente, debemos exigir la aplicación de lo aprendido, ya que no serviría de nada un profesor formado que no transmite conocimiento a sus alumnos; por lo tanto, debe haber prácticas evaluadas.
Siempre pongo el mismo ejemplo, pero prefiero repetirme. Imaginémonos a un profesional de la energía nuclear, al que le cambian las máquinas que usaba hasta el momento. No podemos creer que ese profesional en su tiempo libre, de forma on line o con cursos voluntarios aprenda a utilizar la máquina por las tardes y por las mañanas la use con el método del ensayo error. Nadie lo aceptaría, sin embargo, trabajando con personas lo aceptamos sin reparos.

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